…Un hombre de pocas
palabras, pero de grandes gestos. Yo, lo Antagónico. De risa siempre presta. Y
yo, de *mueca* siempre anémica. De corazón magnánimo. Yo, de generosidad esmirriada.
Y es que en su ignorancia, dicen que éramos diferentes. Y es que no nos conocen,
ni nos entenderán: “Somos el mismo Dios; peregrinando por experiencias
diferentes" decías.
Aun llevándote en todo
momento, te extraño tanto viejo mío; por eso te exhorto a que me respondas: “En
esa estrella en dónde te encuentras hoy ¿hay días de visita?”
(...Una y otra vez, la *lluvia dirá*, cuan frágiles somos…)