“Párate dignamente sobre la Tierra. De perfil.
Tu mano sostiene la lanza. Su punta se dirige hacia el Cielo”.
Aveces
no queda más remedio que enfrentar lo que ya se sabía inevitable. Después de
tratar y tratar de encontrar soluciones “diplomáticas”, de intentar hacer
entender a quién no quiere entender, se confirma (es este caso) más que nunca aquel lamentable
dicho “Es
imposible enseñarles a los perros a comer con cubiertos”. Solo
queda demostrar que se está dispuesto a defender lo que es de uno a toda costa.
Y comienzas: “unifícate, alinéate y céntrate”. Marca tú territorio,
mostrándote como absoluto amo y señor de él. Se tiene que despertar al valor,
llamar al coraje y comenzar alimentar a la furia; siempre bajo control y
agazapada en espera. Tienes que demostrar que en tu mirar se ve claramente que
no hay dudas, solo una absoluta determinación. Entonces, cuando lo tengas de
frente (Recurre a tu memoria emotiva) ¡Gruñe, y vuelve a gruñir! Ruge como el
león lo hace en las estepas. ¡Hazlo! ¡Hazlo, hasta hacerle erizar su piel! ¡Intimídalo!
¡No te detengas! ¡Intimídalo! hasta por fin lograr que comience a retroceder
paso a paso…
Finalmente
habrás triunfado, sintiéndote conforme, porque que evitaste un mal mayor. Respira tu recuperada paz, dirige tu mirar a lo alto, y da las gracias a ÉL por su ayuda…