“Ya vas en camino. No lo puedes evitar, porque
no quisiste. Entonces sólo te queda “sufrir”. Ella y todo lo demás, Ángel y
Demonios, te sirven de sobrepeso para ir más rápido hasta allí. Mientras bajas,
todo lo masticas, lo disuelves, lo tragas y lo haces parte de ti. A tu lado ves
paredes en penumbras, mientras aquel fondo es como un cielo sin astros. A
medida que sigues avanzando, te sientes ir desintegrando. Te sientes un
despojo, un desecho, algo arrojado al costado del camino. Entonces lloras,
maldice todo y a todos, es tu derecho porque es tu necesidad. Y quemas todo;
“cuadros” e “imágenes”. Sientes la soledad. No habrá nada allí, ni consuelo, ni
manos extendidas. Ya estás perdido, cayendo libremente, ¡Abandónate! Porque ya
acabas de llegar al fondo de tu dolor. Detente aquí, siéntate, no te levantes
hasta morir en cada célula. Entierra tu cuerpo, después de haberla enterrado a
ella. Ahora ¡levántate! ¡Mira hacia arriba! ¿Ves aquella luz en lo alto?
¿Recuerdas la música de aquel Salmo? ¡Murmúralo ya! ¡Tararéalo! Grítalo si es
necesario. Ahora ¡Arriba! Impúlsate con todas tus fuerzas ¡Arriba! Te sientes
ligero, vas recuperando tus fuerzas ya ¡Arriba! No dejes de mirar tu objetivo
¡Arriba! Que siempre se puede si se quiere así ¡Arriba!...
Ya llegaste, mira a tu alrededor, todo
se ve como si fuera por primera vez…Y ya eres otro, para volver a soñar”.
- Se supone que ¿si tropiezas, él te
sostiene entre sus brazos, y entonces no caes?
- Sí, aveces es así, me sostiene, pero aveces
también me levanta, porque es necesario que me caiga…